Las elecciones presedencial y legislativa costarricenses del 2018 mostraron el enfrentamiento bárbaro, en su alcance de excesivo, entre religiosos cristianos pentecostales, que deseaban redimir al país de quienes insultan a Dios con sus aberraciones y pecados, y ciudadanos (religiosos o no) instalados en su confort/dinero que les facilita ignorar o desprecias existencias ajenas.